C O N T A F Á B U L A S :

L A   A M E N A Z A


Millones de años atrás, el dinosaurio era el rey no sólo de la selva sino del mundo entero. Ejercía su poder tiránico sobre los demás animales atrapándolos, jugando con ellos, comiéndoselos o simplemente despedazándolos y dejándolos tirados por ahí. Todos le temían y, desesperados, rezaban a Dios para que pusiera fin a tanta injusticia.

Hasta que un día Dios escuchó sus plegarias y envió al león.

Éste, si bien es cierto que en un primer momento mató a todos los dinosaurios dejando vivos sólo algunos pequeños reptiles, ejerció luego el mismo poder tiránico que sus antecesores aunque de una forma más salvaje.

Esto motivó que los demás animales se enojaran tanto con Dios que amenazaron no sólo con dejar de rezar, sino también con dejar de hablar en caso de que no parara el abuso.
Dios, cuidando esta vez de no fallar, creó un ser a su imagen y semejanza al cual llamó hombre, y lo envió de inmediato a la tierra para que hiciera la justicia que todos tanto pedían.

Poco después, los animales dejaron de rezar y nunca más hablaron.





LA MONA Y LA GENTE

Una mona perezosa pasaba durmiendo todo el día. Al verla flojear mientras todos se rompían el lomo trabajando, la gente le dijo:
—A quien madruga Dios le ayuda.
Pero un día, mientras la mona dormía, un programa concurso tocó a su puerta y como la encontraron la premiaron con lindos vestidos. La gente al verla pasear tan elegante le dijo:
—La mona aunque se vista de seda, mona se queda.
Poco tiempo después, como la mona vestía bonito, se le acercó un rico y le propuso matrimonio. Siendo ya millonaria la gente le dijo:
—No por mucho dinero tener, la gente te va a querer.
Mas la mona, haciendo oídos sordos, fundó muchos colegios y hospitales para los pobres siendo recordada incluso después de muerta. La gente dijo entonces:
—Es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja que un rico al reino de los cielos.
Años después, mientras el Papa la canonizaba, la gente ya no dijo nada.




LA CABRA QUE FUE ACTRIZ PORNO


Una cabra que trabajaba todo el día cargando bultos para su amo encontró un día, husmeando en el establo, una revista porno y se dijo:
—Voy a ser actriz porno y dejaré por fin esta vida de animal.
Así que al día siguiente abandonó a su amo y se embarcó rumbo a Budapest, capital de la pornografía mundial. Como era lógico, debido a sus aptitudes sobrehumanas: boca más grande, lengua más larga, vagina más profunda y mayor número de tetas, la cabra pasó con facilidad las audiciones que le hicieron y en sólo un mes intervino en varias películas que la hicieron famosa.
Pero, como la cabra siempre tira al monte:
—No debí abandonar a mi amo sin avisarle —se repetía—. Él sólo era un pobre como yo, por eso me hacía trabajar así. Ahora mismo me regreso.
Una vez de vuelta, el amo, como era lógico, la puso inmediatamente a trabajar. Primero en el establo, luego en su cama.



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